ASCENSION A LA MONTAÑA DE MAIN

La montaña de Maín forma el último contrafuerte del Macizo Central de los Picos de Europa en su declive hacia los ríos Duje y Cares. De configuración calcárea y modesta altitud, son varias las cumbres que la dominan. La de mayor altitud es la denominada Cabeza la Mesa (1605 m)

Los del Estoupo volvimos a Picos el pasado día 23 de abril con el fin de hacer cumbre en Maín. Amaneció nublado en la costa, pero según nos adentrábamos hacia el interior, el sol lucía con cierta intensidad.

Los accesos a la cima de Maín son variados y muy entretenidos. Nosotros optamos por el ascenso desde Pandebano. El autobús nos dejó en la última curva antes de entrar en el pueblo de Sotres. Tomamos la pista que se dirige a Aliva y nos desviamos a la derecha en dirección a los invernales del Texu. Desde allí ascendimos por la pista que sube a Pandébano.

Entre las cabañas de Pandébano fuimos siguiendo los trazos de los senderos de ganado que nos aproximaron hasta las peñas que dominan la zona. Tras superar una corta canal con algunos tramos aéreos que, sin embargo, no suponen mayores problemas técnicos, alcanzamos un collado a lo alto de la majada de Sotarreña. Bajamos a la majada y nos detuvimos para descansar y refrescarnos en el pilón.

Pronto reiniciamos la marcha ascendiendo por la canal que domina la majada. De consuno, con el esfuerzo de la subida, el calor del Sol nos hizo sudar en abundancia. Mientras progresábamos hacia la cumbre, a la espalda íbamos dejando un gran paisaje, con una estupenda vista sobre el pueblo de Sotres. Finalmente desembocamos en otra canal más abierta, con un bosquete de hayas a la izquierda. El rumbo adecuado lo marcan los jitos existentes. La remontamos y de esta forma nos fuimos dirigiendo, poco a poco, hacia la cumbre de Cabeza la Mesa, inconfundible por el vértice geodésico instalado en su cima.

Una vez en la cumbre, se divisaban los Picos en todo su esplendor y magnificencia. Su bravío y quebrado ámbito causa, al par, admiración y temeroso respeto. El neverón de Urriello, los Albos y el rey de los Picos, el Urriello, componen un cuadro de singular belleza. Hacia la costa, la Sierra del Cuera, en la que destacaba el Turbina (al que ascendimos recientemente) parecía servir de infranqueable barrera al mar de nubes que cubría la costa llanisca.

Comimos y nos hicimos la ineludible foto de grupo en la cumbre e iniciamos el descenso por el mismo camino. No nos cansábamos de mirar y admirar en una u otra dirección, haciendo los correspondientes comentarios laudatorios. Cuando alcanzamos Pandébamo, nos dirigimos a la Terenosa, para desde allí, atravesando su importante majada, descender al pueblo de Bulnes donde paramos a descansar y recuperar nuestras ya doloridas piernas.

Solo nos quedaba descender por la preciosa canal del Texu, El camino pindio y estrecho, labrado en la dura peña de Maín, es y será uno de los más bonitos de Asturias. Ya no veremos las reatas de mulas que por allí transitaban llevando víveres y enseres, pero sigue mereciendo la pena invertir un poco más de tiempo y esfuerzo en recorrerla. Además, desde que se inauguró el funicular ya no está tan concurrida de paseantes.

Alcanzamos Poncebos al final de un intenso día montañero. Unas sidras nos devolvieron el ánimo. Aún nos quedaba un largo viaje hasta Luarca.

(+fotos)